Tal vez Don Pedro de Valdivia y sus hombres al momento de cruzar el misterioso valle que llamaban Chile en busca de oro y riquezas nunca pensaron que 460 años después sin la necesidad de pelear ninguna batalla y sin blandir espada, lanza o mosquete, compatriotas suyos vendrían nuevamente a estos lejanos territorios a invertir y enriquecerse disponiendo de nuestra larga y angosta franja de tierra que este año cumple 200 años de independencia y libertad de sus opresores castellanos. Pero... ¿hasta qué punto hoy en día somos libres de los españoles los chilenos?
Si bien es cierto que estas inversiones no se han llevado a cabo desde siempre, y más aun, están en declive durante estos últimos años, en la actualidad constituyen un gran porcentaje en lo que se refiere a control y dominio tanto en acciones como técnico con respecto a otras empresas de los mismos rubros.
Ante el supuesto asombro de nuestros próceres patrios que tanto lucharon por conseguir nuestra emancipación y expulsar toda hueste realista, los españoles contemporáneos al igual que hace más de 400 años controlan el agua, las constructoras, los servicios financieros y los caminos –y “gracias” a los avances de la tecnología− la luz eléctrica, las comunicaciones, y uno que otro recurso energético, todo obviamente bajo manos privadas, algo muy parecido, por no decir que igual, al sistema de Pedro de Valdivia, Francisco Pizarro y Hernán Cortés, entre varios otros grandes ambiciosos que miraban nuestro continente con el fin de lucrar con sus materias primas y explotarlas con mano de obra barata, aunque eso sí tenemos que reconocer que las cosas con el pasar de tantos siglos han sufrido varios matices, positivos sobre todo, pero en cuanto a materias financieras la situación no es mucho lo que ha cambiado.
Pese a la crisis económica que hasta hace muy poco imperaba en Europa y el mundo entero –por cierto nada relacionado a monarquías e invasiones- para el presidente del gobierno español José Luís Rodríguez Zapatero “hay condiciones de sobra para que puedan incrementarse las inversiones hispanas en Chile, además la experiencia demuestra que estas inversiones han sido rentables y se mantiene una expectativa de crecimiento extraordinariamente importante en el tiempo”. Y vaya que no es para menos, ya que sólo durante el año pasado, que por cierto estuvo marcado por la crisis económica internacional que ya mencionamos, las ganancias de las sociedades anónimas hispanas en nuestro país obtuvieron ganancias por más de 2.743 millones de dólares, un 15,8% mayor en comparación al año 2008, cuando las arcas españolas privadas se llenaron con algo aproximado a los US $2.370 millones. Según datos del CINVER (Comité de Inversiones Extranjeras en Chile), España es el segundo mayor inversor en nuestro país siendo sólo superado por Estados Unidos –y en donde no- y la presencia hispana en territorio nacional supera las 1.000 empresas, presencia que es altamente fuerte en negocios regulados como la electricidad, gas, agua, comunicaciones, servicios financieros, construcción y hasta caminos (autopistas), todo medido según ventas y alzas de acciones. Como para enorgullecer a cualquier Casa de contratación colonial y echar por suelo los ideales de O’higgins, Carrera y tantos otros.
En datos concretos y certeros según la misma fuente citada (CINVER), la dominación económica española en nuestro país se manifiesta de la siguiente manera: en telecomunicaciones, el dominio de Telefónica, a través de Telefónica Chile y Telefónica Móvil equivale al 54,4% del mercado; en recursos sanitarios, Aguas Andinas –controlada por Aguas Barcelona- y Aguas Nuevas –del grupo Santander- controlan el 52,8% del sector. En el sector de energía eléctrica Chilectra del grupo Enersis por sí solo, cuenta con el 50% del control financiero. Las empresas del grupo Abertis y OHL, Cintra, Comides y FCC dominan el 75,7% del negocio de las autopistas concesionadas. Los servicios financieros tampoco se quedan atrás ya que Provida del grupo BBVA, tiene el 30,3% del mercado y en la banca, el Santander Chile y BBVA representan el 27% de las colocaciones en finanzas. Por último y en menos cantidad –aunque no deja de ser considerable- las constructoras mediante Global Vía Infraestructura poseen el 16% del total de las constructoras en nuestro país. Cabe señalar que si sumamos ganancias entre todas estas empresas podemos estimar un total de $2.616 millones de dólares aproximadamente sólo en 2009, siendo la transnacional Enersis, expresada para la mayoría de los chilenos en Chilectra la que mayor ingresos acumula –US $1.302 millones-, seguida por las empresas de autopistas concesionadas –cerca de $450 millones de dólares-. En otras palabras, los chilenos estamos bajo dominio económico español en casi la mayor parte de las necesidades de la vida diaria de cada uno de los “forzados” –si se le puede llamar así- consumidores, lo que demuestra que no estamos realmente libres del todo de los conquistadores con afán de riquezas de hace 460 años atrás. Y a pesar de que por suerte no vivimos en la época colonial –aunque continúan vigentes algunas actitudes- cabe destacar que los tratos han cambiado, así como también ha mejorado la situación laboral para la mano de obra. “Es en este margen donde podríamos comenzar a mencionar –y no se puede pasar por alto o hacer vista gorda- algunas contribuciones de estas empresas de carácter privado al crecimiento económico del país, la génesis de empleos y variados puestos de trabajo a cientos de personas – libres de hecho y no esclavos- , y los aportes benéficos a causas de carácter social como por mencionar la ayuda a fundaciones y centros de educación, la copa Chilectra y las diversas actividades que lleva a cabo y patrocina BBVA, son sólo algunos ejemplos de lo que podríamos llamar beneficios y aportes a los consumidores que cada fin de mes cancelan su cuenta de luz, agua o teléfono.”
Sin embargo, –y me detengo en los compatriotas y oprimidos consumidores-, ya que son estos quienes tienen que lidiar las alzas en el total de la cuenta cada término de mes, alzas que por cierto obedecen a “necesidades” y/o conveniencias de estas empresas y es del bolsillo de los chilenos de donde sale el dinero que recibe en su mayoría estas transnacionales neoconquistadoras, claramente a cambio de un servicio, pero este a veces se hace irregular, sin mencionar las alzas a costos relativamente altos, reclamos de usuarios por el mal servicio, entre otras pequeñas pero notorias irregularidades. Quien sabe si este servicio sería mejor distribuido a manos del Estado o de asociaciones mixtas en donde las alzas no fuesen tan altas y los chilenos no pagásemos tanto por un servicio de tanta necesidad y a la misma vez permitiendo que nuestra economía registre un crecimiento económico positivo y tal vez de esta manera nos sintiésemos más seguros de lo que consumimos, ya que no debemos olvidar que quienes los regulan y manejan vienen de Europa y son totalmente ajenos a nuestra latinoamericana realidad, puesto que su principal función es delegar el servicio, tomar el dinero y enriquecerse, negocio que resulta atractivamente rentable. Pero si en la década de los 90 quien estuvo a cargo del poder ejecutivo decidió privatizar algo perteneciente a todos los chilenos y más aun venderlo a los descendientes –quizá de línea directa en el árbol genealógico- de nuestros antiguos descubridores y posteriormente explotadores y opresores de hace 500 años, “por algo será”...
A 200 años de nuestros primeros movimientos para buscar la consolidación de una república independiente y deshacernos de los españoles que sólo entraron a nuestro país con la intención de llenar sus bolsillos con oro y riquezas alta y abusivamente explotadas con el pasar de los años para así hacerse famosos y obtener la gloria en la madre España, el gran asunto es que en los tiempos cercanos al bicentenario de nuestra soberana nación, la realidad con nuestros allegados españoles no es tan distinta a como lo era antes, controlando nuestros caminos, nuestras reservas de agua, nuestras propias finanzas y construcciones, y donde los habitantes de su noble territorio debían someterse pagando altos impuestos por ello y siendo forzados a formar parte del juego de esa suerte de monopolio que se instauró hacia aquellos años y que muy poco se diferencia de estos. Quizás era mejor vivir en los tiempos pos-independencia en donde los altos cargos de la recién fundada nación veían nuestra organización económica como un niño ve un juguete nuevo y desea para el un buen y justo uso, uso que derivaba en una distribución con fin de lucro claro está, pero afín del naciente estado que acababa de formarse totalmente ajeno a la sociedad de mercado que presiona y presiona y del que ya es casi imposible escapar hoy en la actualidad.
Quién sabe por cuánto tiempo más las empresas españolas controlen y posean nuestros recursos, jueguen a vendernos nuestras necesidades y llenen sus espacios con el dinero de todos quienes ahora celebran –posiblemente de manera ciega- sus 200 años de autodeterminación de los ibéricos que día a día se hacen “la América” en Chile y en gran parte de nuestro “emancipado” continente con algo que es nuestro y podría ser mejor entregado sin tener que por ello experimentar fuertes alzas que afecten nuestros bolsillos mes a mes. Quizá haga falta que tomen prisionero al rey, que vuelvan los movimientos ilustrados o que los criollos se sientan inconformes con el trato para que así probablemente, algún día, más temprano que tarde, llegue un Bernardo O’higgins, un José de San Martín o un Manuel Rodríguez con los ideales incrustados en el alma necesarios para desligarnos nuevamente de los españoles y ejercer un gobierno justo y lleno de magnificencia para todos los chilenos.
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